5 de octubre de 2010

La reproducción de la avispa parásita


La estrategia reproductiva de la avispa parásita, Cotesia glomerata, parece algo realmente sacado de otro mundo. De la misma manera que otras especies, la avispa debe despojarse de sus huevos para permitir que estos puedan desarrollarse completamente, pero a diferencia de otros animales los huevos de avispa no disponen de una yema repleta de alimento. El plan, es otro.

El aroma de las hojas dañadas por los mordiscos de multitud de crías de orugas de la col, Pieris brassicae, las guía hacia ellas, quienes aún sin saberlo están a punto de convertirse en úteros de alquiler. En la lucha por el intento de introducir los huevos dentro de las orugas, y aun que estas últimas intentan morder a su atacante, es normalmente la avispa quien resulta vencedora de esta batalla tan crucial en la supervivencia de sus genes. Finalmente, se aproxima y clava su aguijón en la piel del gusano, dónde procede a introducir sus huevos.

La zona cavernosa situada entre la piel y el interior de la oruga, está llena de un fluido rico en nutrientes denominado hemolinfa. Es el entorno perfecto para los huevos, pero las visitas no son bien recibidas. La invasión ha despertado el sistema inmunológico del gusano, liberando unas células diseñadas específicamente para rodear a los huevos y destruirlos. Sin embargo, estos huevos están preparados para la lucha, armados y protegidos por un arma biológica de fabricación casera. La avispa parásita es la única criatura de la tierra que usa un virus de su propio ADN, el cual se reproduce en el interior de sus ovarios y baña los huevos cuando son inyectados en su víctima. De manera similar al VIH, este virus destruirá el sistema inmune de la oruga, infectando sus células y dejándolas impotentes.

En los 4 días posteriores al ataque de la avispa, el tamaño de la oruga se ha cuadruplicado. En la cavidad del cuerpo de una oruga pueden llegar a flotar hasta 20 larvas de la glomerata, cada una de ellas menor que la cabeza de un alfiler. La oruga protege a estos organismos del mundo exterior mientras ellos se abastecen a expensas del rico suministro sanguíneo. Sin embargo, las larvas pueden seguir en peligro puesto que a menudo comparten su vientre de alquiler con larvas de avispas rivales, como por ejemplo la Cotesia rubécula, quién no tolera la competencia.
Las larvas de cotesia rubecula poseen unas “potentes” mandíbulas cuya única finalidad es la destrucción. Pero en esta batalla, las glomeratas son perfectamente capaces de vencer puesto que tienen un tamaño mayor que sus rivales, además de contar con la ventaja de estar en mayor número. Carecen de mandíbulas, pero cuentan con una sutil arma química a su disposición; un veneno capaz de asfixiar a sus rivales. Trabajando en equipo, logran dominar la situación.

Nuestra oruga parasitada ha pasado los últimos 12 días atracándose de comida. Ahora cada larva de avispa glomerata tiene el tamaño de un grano de arroz, pero todas juntas constituyen más de un tercia del peso de la propia oruga. Las larvas aún no han terminado su crecimiento, por lo que necesitan mantener con vida a su anfitrión a quién, a pesar de estar literalmente devorando su sangre, son cuidadosas a la hora no tocar ni uno sólo de sus órganos vitales.

A los pocos días, las larvas terminan de madurar y comienzan a actuar, para completar la siguiente fase de su ciclo vital, deben deshacerse de su madre de alquiler. La piel gruesa de la oruga debería ser una fuerte barrera para las larvas de avispa, pero a medida que crecen estas han desarrollado una dentadura en forma de sierra cuya finalidad es la de cortar todo lo que se interponga en su camino. Mordisco a mordisco, las larvas se abren paso a través de las capas de piel, y al mismo tiempo liberan unas sustancias químicas que paralizan completamente a la oruga, imposibilitando de esta manera cualquier tipo de acción defensiva.

Una vez libres, las larvas inician una nueva fase de su desarrollo en la que rápidamente tejen unos capullos sedosos que les proporcionarán el entorno perfecto para su transformación final. Resulta irónico que uno de los mayores peligros que corren estas larvas dentro de sus capullos sea la posibilidad de ser impregnadas por otras especies de avispas parásitas, y sobretodo parece impensable que sea precisamente la propia oruga herida quién les ayude. Normalmente, una oruga teje un lecho sedoso para usarlo después como capullo, pero la oruga parasitada extiende el suyo propio sobre los capullos de las avispas, proporcionándoles una capa adicional de protección. Se cree que el mismo virus que infectó a la oruga hace semanas ha invadido su cerebro, causando esta extraña desviación de su conducta normal. La última misión de la oruga, será la de vigilar los capullos de sus invasoras hasta que muera de hambre.

Las avispas ya han perdido a su oruga guardiana, pero ya no la necesitan. El proceso de metamorfosis ya se ha iniciado dentro de sus capullos. Unos conjuntos de células adultas han permanecido durmientes hasta este momento en el que salen a la luz, y en una extraordinaria explosión genética aparecen los ojos, las patas y las antenas. La piel suave y esponjosa se ha convertido en un duro exo-esqueleto, y por fin la avispa está totalmente preparada para su escapada.

Usando sus recientemente adquiridas mandíbulas, las avispas despedazan las capas de seda y en cuestión de horas todos los capullos quedarán vacíos. Las avispas salen totalmente desarrolladas, y una vez sus alas se hayan llenado de sangre cada una de ellas alzará el vuelo, y en breve comenzarán a buscar orugas nuevas con las que dar inicio a un nuevo ciclo puesto que su vida, a diferencia de otras especies recién salidas de un capullo, está a punto de terminar.

Esta estrategia, agresiva y parasitaria, ha permitido que un organismo pase de ser un simple huevo a un ejemplar adulto. Un ejemplo magnífico del ingenio de la naturaleza

Abrazos fieros para todos.

1 comentarios:

Cin Izote dijo...

Frecuentemente, cuando quiero escribir una historia (cuento), me llevo como compañero de travesía a un artículo "animalesco". Así que gracias por escribir tu blog.
Saludos desde México.